Ella fue la primera ama de llaves.
No tenía título ni reconocimiento público, pero todos sabían que, sin ella, nada funcionaba. Ordenaba los pasillos, organizaba al personal, cuidaba los detalles que los ojos no ven, y transformaba el caos en calma. Su trabajo no era solo limpiar: era crear bienestar, equilibrio y belleza a través del cuidado diario.
Hoy, muchas generaciones después, seguimos su ejemplo. Las amas de llaves modernas somos herederas de esa vocación silenciosa y poderosa: mujeres (y hombres) que saben que en cada espacio limpio y bien organizado hay dignidad, respeto y profesionalismo.
Este blog es un homenaje a ella, a mí misma como formadora, y a todas las personas que hacen del cuidado un arte.
Bienvenidos a este rincón donde la limpieza no es tarea, es legado.
— Pamela Luna
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